El poder de las palabras: como el lenguaje de amigos y familiares puede influir en la recuperación de TCA
- Maruza Castillo Nájera Muldoon

- 18 abr
- 3 Min. de lectura
El aroma de las palabras con su peso y su poder nos atrapan sin darnos cuenta de manera indefinida.
Dice el psicoanalista francés Jaques Lacan que “la voz es un tema que conecta al sujeto con el deseo del Otro”
Es decir, generalmente con el deseo de la madre, quien a través de la palabra trasmite al hijo lo que desea de él e imprime sellos en ocasiones imborrables en la psique del individuo, influyendo en el desarrollo de la llamada autoestima, por lo que cuando el deseo materno se trasmite con un cierto fracaso, lo que se trasmite es un juicio que cae sobre la persona y su cuerpo.

Esto quiere decir que para las personas lo que escuchan en las palabras de los otros puede causar múltiples sensaciones e incluso puede marcar al individuo e influir en actos en ocasiones dañinos ya que producen síntomas, como los trastornos de la imagen y alimentarios, tales como la anorexia, la bulimia o los trastornos por atracón.
Se produce entonces una relación con la palabra que empuja al individuo a actuar de manera imperativa. No se puede decir NO. Hay una relación de sumisión.
Por supuesto que los padres, maestros, doctores y otros individuos que ejercen poder sobre los niños y adolescentes no son conscientes de estos efectos dañinos ni tienen una intención nociva.
Baste de esto un ejemplo clínico: un padre que se dedicaba al deporte profesionalmente, dueño de un gimnasio, ejercía su autoridad paterna trasmitiendo a sus hijos su deseo de que adquirieran hábitos alimenticios sanos, por lo que a la hora de comer decía: “Si comes más te pondrás como cerdo” o bien si veía que alguno de ellos tenía en la mano una bolsa de papas fritas, se la arrebataba y la tiraba a la basura diciendo: “esto es porquería y te va a engordar el cuerpo y te verás como un marrano” Uno de los hijos desarrolló un trastorno por atracón
Una madre se acercaba a su hija mientras esta se veía al espejo y decía: “Esa no es mi hija, tienes que bajar de peso” La chica padece anorexia.
Estas palabras quedan troqueladas en la mente y en el cuerpo del hijo o hija y muchas veces tienden a producir trastornos alimentarios.
En la consulta vemos el efecto de las palabras en la producción de este tipo de problemas. Casi todos los casos reportan el inicio del trastorno debido a que escucharon palabras en las que se les tachaba de gordos y por eso comenzaron sus síntomas.
Hay que señalar que la autoestima se construye desde la infancia y nuestras percepciones, pensamientos y sentimientos reflejan la manera en la que fuimos deseados y en el cómo nos hablaron y nos trataron en nuestra familia de origen, así como los compañeros que vamos encontrando en la escuela o en nuestros lugares de trabajo. Lo que nos digan puede tener efectos positivos o negativos, según sea la autoestima que poseamos.
Por lo tanto, es importante no hablar del aspecto físico de las personas. Cuando se aluda al cuerpo debe ser por razones de salud y no de imagen o apariencia física. Muchas veces lo que se trasmite son juicios de valor o prejuicios que dañan más de lo que podemos imaginar.
Es importante resaltar los logros y reforzar comentarios que aludan al valor de la persona a sus aptitudes, talentos y capacidades.
Si como en nuestro caso, formamos parte de la vida de niños y adolescentes, tenemos la responsabilidad de medir cada palabra. Además, no sabemos si esa persona está desarrollando una anorexia o una bulimia y los comentarios al cuerpo solo sirven para remachar los síntomas.
Tuve una paciente que estaba en fase de recuperación y fue a una cena de familia. A una tia se le ocurrió decirle: “Que bien te ves, muy recuperada” bastaron esa palabras para que la paciente sufriera una recaída pues sintió que su tia la veía gorda.
Este tipo de trastornos no son elegidos por la persona y por eso no hay que hacerlos sentir culpa por el daño que se le ha causado a los familiares con frases como “Estás dañando a los que te quieren” La culpa puede hacer que aumente su problemática.
Más bien hacerlos sentir con palabras nuestro apoyo como “Cuenta conmigo, me gustaría estar cerca de ti” O poner énfasis en las motivaciones de la persona: “Supe que quieres aprender idiomas para poder viajar”
Tampoco es conveniente hacer comentarios acerca de la comida. Ejemplo: “¿Te vas a servir otro plato? O “Este platillo engorda mucho” Este tipo de comentarios tienden a hacer que aumenten las fantasías que se tienen alrededor de la comida. Más bien fomentar el gusto por la comida aludiendo al sabor, variedad y pluralidad de los platillos.
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